Título: Thornhill | Autora: Pam Smy | Traducción: Rebeca González Izquierdo | Editorial: Blackie Books | Precio: 22'90€ | |
Mary vive en Thornhill, el orfanato de su ciudad, sin necesidad de hablar con nadie. La compañía de sus muñecas es lo único que la reconforta, y cuando creía que su vida no iba a ser apasionante pero tampoco horrible, ella vuelve. Y todo cambia, claro. Con estos datos, podéis imaginaros por dónde van los tiros, y es que aunque estemos frente a una historia de casas encantadas, este no es ni mucho menos el argumento principal... por otra parte, como todas las historias de casas encantadas, donde lo importante suele ser cómo dicha casa llego a estar encantada.
Thornhill ha sido un libro que me he leído en una tarde y aunque tiene cierto trasfondo sobrenatural, no es lo más importante. En las páginas de este libro hay una historia de terror que por desgracia es el día a día de muchísimos niños, del desamparo que sienten cuando sufren y nadie quiere escucharles. Cuando están desprotegidos incluso habiendo personas que deberían cuidarles y evitar que les pasen cosas malas. Thornhill nos habla de que la infancia por desgracia, no sólo es que este desprotegida, si no que los adultos minimizan sus problemas y sus necesidades en pos de su propia comodidad. Parece un cliché pero es cierto que cuando crecemos nos olvidamos de lo que supone ser un niño, de cómo lo que decíamos no tenía valor frente a las voces adultas y también decidimos ignorar lo peligroso que es algo así. En Thornhill todo esto se pone de relieve a través de los diarios de Mary, dónde podemos leer el día a día de la niña y las perrerías que sufre por parte de sus compañeras y sobre todo por parte de ella, esa ella que siempre existe... sin ser lo peor de todo. Porque como digo, lo peor de la historia es leer a Mary hablar de como nadie quiere hacer nada por ella e incluso como llega a escuchar que lo que le pasa es su culpa, por ser rara y solitaria, mientras ve como sus cuidadores coleguean con la persona que le está jodiendo la vida, con la humillación que supone todo esto. Es algo que por desgracia yo recuerdo de mis propias experiencias cuando era niña y estoy segura de que no soy la única que tiene historias así en su mochila. Ni los profesores ni los cuidadores ni absolutamente ningún adulto hace nada por Mary... incluso los que si que tienen intención de intentarlo se quedan a medio gas, sin llegar a hacer nada realmente.
"Estoy rodeada de adultos, tanto en Thornhill como en el colegio, y ninguno de ellos es capaz de ver lo que está pasando. No quieren saberlo."
En Thornhill nos encontraremos con una historia ilustrada. No llega a ser novela gráfica, ni tampoco libro ilustrado como tal, ya que la mitad del libro son pasajes del diario de Mary en 1982 y la otra mitad, ilustraciones que nos indican la acción de Ella, una niña que ha acabado viviendo enfrente del orfanato ahora abandonado cuarenta años después, siendo una historia que se entrelaza con el edificio y la propia Mary, de tal manera que poco a poco ambas líneas temporales se entrecruzan y se chocan. Me recuerda un poco a libros como La Invención de Hugo Cabret, donde el texto se utiliza de una manera similar y las ilustraciones se integran bien con la historia, completando de una manera muy visual las piezas del puzzle que tenemos delante.
Tengo que decir que me hubiera gustado conocer más el contexto de Ella, la otra protagonista: es cierto que a través de las ilustraciones, los detalles que hay en cada una y lo poco que se cuenta con ellas puedes hacerte una idea más o menos de por qué acaba como acaba y de por qué se siente como se siente (si, a través de las ilustraciones podemos notar esos sentimientos) pero están mucho más vacías de contenido que las partes de Mary, y me parece una pena.
Thornhill no busca sorprender al lector, ni impresionarle con grandes giros de guión: lo que hay es lo que ves, y te puedes imaginar cómo terminará todo. No señalo esto como algo negativo, al contrario, ya que las historias de fantasmas que buscan siempre el gran giro argumental a veces son tediosas y me causan mucho rechazo: no intentes sorprenderme, cuéntame algo que me interese, solo eso. Y desde luego, esta historia lo ha hecho. Es de esos libros que tratan un tema tan espinoso como el acoso escolar sin ser condescendientes, un libro que sí recomendaría tanto a niños como a adultos, un libro que no busca el drama gratuito a través de una narración grandilocuente y grandes moralejas. En definitva, un libro que te cuenta la realidad, y ya después, si es tú solito le buscas la moraleja.
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