Título: Las Devoradoras | Autora: Lara Williams | Traducción: Laura Ibáñez | Editorial: Blackie Books | Precio: 22'90€ |
No sé bien cómo empezar esta reseña. A veces pasa, cuando un libro te toca de alguna manera concreta. A mí me ha pasado con Las Devoradoras, pero no puedo explicaros de qué forma sin contaros, a grandes rasgos, de que trata esto.
Roberta tiene casi 30 años, un trabajo monótono (en el que se siente muy cómoda) y una vida comedida, excepto por el Supper Club, un (efectivamente) club de mujeres que se juntan para allanar locales, colocarse hasta las cejas y comer de la manera más salvaje y visceral posible en un acto que constituye una ruptura con sus vidas, con lo que se supone que deben ser y cómo deben actuar. Y esto no habría sido posible si no hubiera conocido a Stevie, una mujer libre, que hace lo que le viene en gana (porque puede) y que arrastra a Roberta en sus planes sin importarle demasiado lo que pueda pasar. Entre ambas se teje una amistad profunda, una zona gris en la que estar cómodas y a la vez, extraña.
En fin, un resumen no sé si muy acertado de la trama principal de esta historia, pero claro, hay mucho más. Tengo que decir que yo no soy de las personas que necesitan que un personaje o un protagonista sea como ellos para poder conectar o disfrutar del libro que tengo delante. Pero esta vez ha sido inevitable. Me da la sensación de que Lara Williams sabe muy bien qué tipo de persona es Roberta, un tipo de persona que existe en la vida real: tímida, insegura y tan deseosa de pertenecer que cae en ambos extremos: no hacer nada al respecto de sus deseos sociales, por miedo al rechazo; o bien irse al otro extremo y no saber bien cuando y como parar. Roberta tiene casi 30 años en el momento del Supper Club, pero los capítulos se intercalan entre presente (Supper Club) y pasado (comienzo de la universidad), permitiendonos conocer más de dóne viene y por qué hace algunas cosas. La relación que teje con Stevie me parece que también es muy real, con una especie de dependencia y casi enamoramiento, la primera persona que la ha elegido exclusivamente a ella, una persona extrovertida, atrevida, con amigos... todo lo que ella no es o cree que no puede ser, lo es Stevie, y ella la quiere, quiere estar con ella antes que con nadie. Y por supuesto, la inmadurez de Roberta: al llevar tanto tiempo reprimida, por su propio miedo al que dirán, que pensarán, llega a los treinta sin tener un sentido de la responsabilidad sincero para con los demás, y con eso también he conectado, para mi desgracia. A veces es difícil ser adulto y saber qué hacer, qué decir además de un "lo siento" porque realmente lo sientes mucho pero no es la primera vez que la cagas con eso que tanto le ha molestado a alguien y aunque tu sepas que vas a trabajar para ser mejor, no puedes decir "no lo volveré a hacer" porque parece un insulto a la inteligencia de tu interlocutor. No se si se pilla por dónde voy, o quizás esté proyectando en Roberta problemas míos (casi seguro que si lol) pero creo sinceramente que eso es algo que este personaje transmitía y me ha parecido interesante. Al estar narrado desde su perspectiva además, no tenemos una visión objetiva de quién es ella en realidad, que es algo que a nosotros nos pasa mucho: somos nuestros propios narradores y nuestra manera de vernos a nosotros mismos no es la misma que tiene tu amigo, o tu pareja. Y Roberta se ve a sí misma como alguien diminuta, insignificante y válida para trabajos que no exijan demasiado de ella. Estamos todo el rato con sus inseguridades y sus certezas, sus cagadas y sus miedos, pero no sabemos cómo la ven los demás. Para mi leer este libro ha sido casi como leer mi propio diario, no por las experiencias si no por su manera de percibirse a si misma.
Se compara este libro con El Club de la Lucha, diciendo que es su versión feminista, lo cual no me parece del todo acertado. El club actúa de manera catártica para las integrantes pero no es ni de lejos la parte central de la historia, no es más que una excusa (una muy buena) para explorar los personajes y las relaciones de Roberta, para darle una evolución y una conclusión a su personaje. Y me ha parecido genial la manera de retratar todo ello: las relaciones de Roberta no es que fueran mejor o peores, tóxicas o no tóxicas, es que eran reales. Sin adornos, sin... sin disfrazarlo todo. Si que creo que la relación entre Roberta y Stevie está destinada a morir porque no tienen algo sano, pero también creo que a pesar de todo se quieren un montón, y está bien, esas cosas pasan, son reales, son la vida. Lo mismo que su relación con su pareja, con discusiones y momentos bajos, pero también con buenos momentos, exactamente como una relación normal y corriente.
No sé, es que realmente he disfrutado de esta historia y de las cosas que se plantean en ella. Las críticas a tener que encajar, a ser de una manera no son explícitas si no que transcurren paralelas a la vida de Roberta, pudiendo vislumbrarlas según ella va cambiando y va desarrollándose todo. Simplemente creo que este libro puede conectar bien con gente que como Roberta, se siente perdida y abrumada ante el paso del tiempo y que tiene miedo de quedarse atrás o no saber conectar con los demás. La verdad supongo que esta reseña habla más de mí que del libro, pero cuando conectas tanto con una historia a veces, cuando hablas de ella, acabas hablando de ti.
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